«El buen pobre es paciente. Si se anuncia la entrega de 2,5 millones de canastas de alimentos, no se desespera por saber si una de esas cajas llega a su casa. El buen pobre espera con paciencia y el oído aguzado a que una mano benefactora toque la puerta de su casa, acompañada por chaquetas rojas, autoridades sonrientes y flash de las cámaras, con los fideos, el aceite y la harina para el almuerzo del día. Y si no llega, bueno, tal vez mañana sí se almuerce», dice una de las diez cualidades del «buen pobre», que Matamala expone, como una forma de crítica a lo que muchos en nuestro país parecen esperar de los pobres.
Una publicación sobre la columna de Daniel Matamala en La Tercera, “Decálogo del Buen Pobre”